lunes, 6 de diciembre de 2010

Al menos su fantasma

Al tiempo que el Congreso del PCU ratificaba su visión crítica del gobierno, la senadora Lucía Topolansky (MPP) participó de un acto de apoyo a la gestión organizado por las Redes Frenteamplistas y reclamó "lealtad". (...) Admitió que los reproches y las críticas "duelen porque son compañeros de toda la vida".

En un principio esta nota no pudo dejar de desesperarme. ¿Qué significaba la crítica para nuestro querido gobierno de izquierda? ¿Acaso solo una señal de enemistad, de falta de lealtad? ¿Cuándo dejó la crítica de ser aquello que, en la instancia de distanciación del sujeto de sus condiciones de existencia o de su relación inmediata con la vida, generaba un lenguaje (o en definitiva, era ese lenguaje) con el cual es sujeto podía entenderla, juzgarla y organizarla (su vida), y por lo tanto la primera condición de posibilidad de algo llamado política, en simplemente falta de compañerismo o de lealtad?
Creo que las diez palabras usadas por la Senadora pueden resumir perfectamente la aclamada fuerza (a)política llamada Frente Amplio. Admitiremos que tiene una gran capacidad de síntesis.
Pero no es esto lo que hoy me convoca, sino algo extremadamente más esperanzador. En la misma tarde la Senadora también expreso que:
 “Las internas de algunos sectores parece que cuanto más radicales son, mejor es. Tengo mis dudas".
Esto solo puede significar una cosa, algo está surgiendo ahí afuera. Un tercer elemento vuelve a ser nombrado y distanciado de aquello a lo que no podía permanecer anexado mucho más. El viejo fantasma del comunismo resurge de entre las cenizas de una izquierda que solo ha sabido ser obrera del capital.
Sí, Comunismo, señora.
Marx decía en el manifiesto:
"¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunistas por sus adversarios en el poder?¿Qué partido de oposición, a su vez,  no ha lanzado, tanto a los representantes de la oposición más avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de comunista?
 De este hecho resulta una doble enseñanza: Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todos los Estados de Europa(...)"
Al fin un artefacto con un aparato conceptual o un lenguaje capaz de nombrar al capitalismo, la dominación y la injusticia se asoma en las ventanas del mundo de la fascinación, el mercado y la ganancia.
Podemos al menos mantener la ilusión de que el fin de la historia previsto por fukuyama, y que hoy vivimos plenamente, no es más determinante que la voluntad de una consciencia. Hoy solo puedo vivir de esta idea:
Será posible reinventar la historia.

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